Con frecuencia me pregunto qué habrá más allá.
Se me hacen eternos esos días -por decirlo de alguna forma, porque en el espacio no hay días ni noches- en los que una sigue viajando distancias astronómicas buscando otra civilización. Una raza que sea inteligente. A ser posible, algo más que la humana que devastó con su inconsciencia el planeta en el que nació.
Mi nave interestelar sigue su ruta. Como única compañía tengo a Landro, que es el nombre de la IA que me ayuda. Su vida es sencilla. Sin grandes dudas ni problemas. Capta datos convirtiéndolos en información que me sirve para saber lo que pasa a mi alrededor.
Tras tres semanas de viaje, llegamos a un sistema en cuyo centro hay un círculo azul en vez de una estrella. No sé lo que es. Pregunto a Landro y me contesta diciendo que no tiene suficientes datos para saberlo. Propone seguir adelante para acercarnos más. Lo hacemos. Tanto, que de repente la nave es succionada por una potente gravedad que nos atrapa. Y cruzamos el umbral.
Con frecuencia me pregunto qué habrá más allá. Siento que algo me llama desde un extraño círculo azulado que hay a mi espalda, de miles de kilómetros de diámetro, y del que parece que me estoy alejando.
No estoy muy segura de cuánto más me tocará seguir explorando. Pero sé que antes o después encontraré alguna vida inteligente. Puede que, tras contactar con alguien o algo, me pueda quitar la sensación de haber vivido ya este viaje.
AUTOR
Begal (seudónimo)
Sin redes sociales.
No comments yet.