El taller de pintura donde tomo clases celebraba su 21 aniversario. Los alumnos estábamos invitados a realizar un autorretrato con nuestra técnica plástica preferida.
Así que, llegó el día, ya conocéis mi opinión, lo primero qué pensé fué: no seas egocéntrica.
Empecé a darle vueltas al tema, no lo veía claro y se acercaba la fecha. Entonces pensé que lo mejor que podía hacer era buscar una parte de mi que aunque no fuera bonita, si que me representara, y vi mis manos.
Esas dos extremidades que hablan solas y más que yo, que escriben, pintan y tienen caracter propio. Siempre con sus uñas cortas y con color, los anillos de piedras rodeando sus largos dedos. Ellas son yo.
Mi esencia, mis compañeras, las que son reconocidas por las personas que me conocen.
Y entonces, mientras las pintaba, me di cuenta que el autoretrato no es egocéntrico, si no bello, porque descubres secretos de ti que no sabías. Pliegues, arrugas, marcas, movimientos, que a diario están frente a ti, pero que no ves.
Ellas, largas y finas, adornadas con joyas y pintura, sin vergüenza, inquietas y llenas de vida.
Ellas y el color azul.
AUTORA
Ariadna Menassanch
Este autorretrato me encanta 😋